0.Este blog surgió ante la necesidad de hablar de tarot, numerología, ángeles, cábala, metafísica, física cuántica, arte, vidas pasadas, meditaciones, contemplación, tao, sexo, magia wicca, ciencia, poesía, humanismo. Esta sed de comunicación (o al menos de ordenar mis ideas, de archivarlas, de compartirlas) se da, obviamente, porque todos esos temas marcan un eje en mi vida, o dicho de mejor modo, marcan mi vida, junto con mi paternidad, mi noviazgo, el cine, la literatura, los seguros, las caminatas, el DF, mis recuerdos. Por eso creo que, si la vida de cualquier persona está marcada por un sin fin de cualidades, lo mismo sucede con la realidad, por más inaprensible y relativa que sea esta.
Desecho los discursos religiosos o científicos que pretenden explicar el mundo desde la óptica del Dios creador, juez omnipotente, así como de los hechos comprobables, sin pizca alguna de metafísica. Por eso el mal religioso es aquel soberbio que todo lo reduce a “Dios dice que”, así como el mal científico es el que desacredita lo mágico. La misma ciencia habla que todo en el universo es energía, y que por lo mismo nada se crea ni se destruye, sino que se transforma. Idea hermosa si la complementamos con que “Dios está en todas partes”.
Creo en la Tabla de Esmeralda: “como es arriba, es abajo”, frase de la que se puede hacer un grueso
tractatus sin problema alguno, pero que, en resumidas cuentas, me significa lo siguiente: el universo tiene ciertas cualidades equivalentes a las que se dan en la Tierra, a su vez equivalentes a las que se dan en cada ser humano, a su vez equivalentes a las que se dan al interior de ese ser humano, ya sea a un nivel emocional, espiritual, metafísico, como a un nivel biológico, molecular, neuronal.
Todo en la realidad está conectado entre sí, y la mejor representación de ello (o mandala) que conozco, es el “Árbol de la Vida” o “Árbol Sefirótico” de la Cábala, tema que abordaré en otra ocasión.
Lo que me parece muy claro es que el Conocimiento es la fuerza superior que nos permite la libertad, la trascendencia, el amor. Lo mismo sería decir que Dios es esa fuerza, ya que hay muchas interpretaciones al respecto que dicen que Dios simboliza al Conocimiento.
Y la Palabra es la herramienta por excelencia para acceder a él.
1.
ESENCIA PURA
Dios, el Conocimiento, la Unidad, todos ellos son conceptos de difícil representación, por eso los definiría como Esencias Puras (lo escribo en plural aunque vienen siendo las misma gata revolcada).
Dentro de este Esencia Pura, noto una fascinante característica de la cual escribí esto hace unos meses:
“Todo cuanto nos rodea es finitud, los objetos, las personas, las plantas, los animales, nosotros mismos. Sin embargo hay algo detrás de tanta obviedad que no resulta tan obvio, algo más allá de las simples dicotomías que sostienen nuestra comprensión de la realidad. Un juego, un bellamente oscuro juego que es la estructura de nuestra humana universalidad.
“Nosotros somos finitos, sin embargo la energía que posibilita que siga habiendo más
nosotros es infinita, es una fuerza superior a la especie humana, pero comprensible desde la perspectiva del hecho cósmico de la vida. Mi nombre perecerá junto con el cuerpo, le dará sentido a una lápida, sin embargo el otro lado, la otra parte, la parte no física, se transformará en energía, pertenecerá a esa energía superior que posibilita la vida en un cuerpo, la vida luego de la muerte del cuerpo.”
A lo que quiero llegar es a mi visión de la muerte (gran tema para iniciar estos Temas), la cual me parece que es una transformación de la energía, aunque el cuerpo perezca. Entonces cada uno de nosotros somos igualmente eternos que finitos, morimos sin morir ya que todos pertenecemos a esa energía que hace que otros nazcan. Por eso creo que el nombre, ese José Alberto Espejel Sánchez del que luego siento vanidad u orgullo, en realidad es poca cosa: útil para identificarme y moverme en este plano de la realidad que es la vida del hombre, pero efímero para ese otro que también soy más allá del cuerpo.
Aunque a lo mejor, hablando de la energía, ésta también sea finita, y pertenezca a algo superior que a su vez también pertenezca a algo superior, y así infinitamente.