30 abril 2007

UyC

Manual de bolsillo para la Iluminación express:

- PENSAR EN LA UNIDAD

(El árbol que andas buscando a veces se llama sol, o también lago, o nube. Pero también puedes llamarlo mar, arena o viento. En cada uno de ellos encuentras el árbol de la vida. Lo que te ha engendrado está producido por otro, y así sucesivamente. Lo que tú llamas padre, para otro es hijo. Si te atienes a los nombres pierdes de vista el Uno. Los nombres son muchos, mientras que el Uno es único. Ese es el árbol que estás buscando. Te has tomado tu misión al pie de la letra, por eso has fracasado. Así fue como descubrió las raíces del árbol, buscando en su propio corazón. (texto Sufi))

- PENSAR EN EL CONOCIMIENTO

(El hombre, a la manera de un sonámbulo que súbitamente “vuelve en sí” en alguna ruta desierta, en general no puede hacerse una idea exacta de sus orígenes o su destino. (texto Sufi))

10 abril 2007

Nacer dos veces

La vida en la Tierra no será perpetua. El Sol en algún momento morirá y dejará en estado de no-vida al sistema solar. Así será la transición del hombre a otra cosa, una muerte segura que no tiene que significar propiamente extinción.

El Sol, como toda estrella, es un ser vivo capaz de proveer vida siempre y cuando tenga el complemento adecuado. No en balde el ser humano lo ha asociado siempre con la figura del Padre.

La Tierra es otro organismo vivo, más delicado en comparación con la violencia y la suntuosidad del Sol. En la Tierra se dan los hechos sutiles como la belleza, el agua, la convivencia. El Sol es más bien una fuerza bruta.

Ambas entidades poseen conciencia que en nada se parece a la conciencia humana, la cual es inferior desde la perspectiva de que la humana no es una conciencia cósmica (léase, absoluta), sino fragmentada ya que es terrestre, espiritual, material, pero sin alcanzar la cualidad integral de lo absoluto.

El conocimiento hermético (Hermes Trismegisto) así como otras búsquedas humanas como el árbol sefirótico o la magia wicca, se basa en ciertos principios como el famoso “COMO ES ARRIBA, ES ABAJO”. Interpreto esta máxima (conocida como Tabla de Esmeralda) como que en la realidad (es decir, el universo desde cualquier perspectiva espacio-temporal) todo es equivalente, por no decir relativo.

Entonces, si dentro de mí habitan microorganismos que, dependiendo de varios factores personales (estado físico, estado de ánimo, etc.) pueden desarrollarse de mejor o peor forma, desde otra perspectiva, yo estoy habitando un cuerpo (éste planeta) que, también dependiendo de ciertos factores, me puede ayudar o perjudicar.

Otro ejemplo, la división política de la Tierra se da por continentes, estos a su vez por países, estos a su vez por provincias, éstas a su vez por ciudades, éstas a su vez por barrios o colonias, las cuáles tienen sus propias fronteras tácitas, dependiendo del panorama vecinal. También el Universo tiene divisiones similares.

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En fin, pienso en otros ejemplos (hay tantos a nuestro alrededor) pero no es el propósito hablar de la Tabla de Esmeralda sino de la vida en la Tierra, la cual fue factible gracias al Padre Sol y a la Madre Tierra, ya que uno provee ciertos elementos (más relacionados con los conceptos de fuego y aire) mientras que la otra los recibe y posibilita la fecundación, el desarrollo, el hábitat, la vida.

En algún lado de la Biblia se dice que hay que quien no nazca dos veces no conocerá el reino de los cielos (San Juan 3:3 (Nuevo Testamento)), lo cual puede tener múltiples interpretaciones, como por ejemplo la interpretación de algunos kabalistas que es que el primer nacimiento es el parto mientras que el segundo es, en pocas palabras, abrir la conciencia en aras de la evolución personal y colectiva.

Sin embargo, a veces pienso que la vida en la Tierra es una segunda vida dentro de un útero donde nos estamos preparando para nacer por segunda vez cuando estemos listos. Esto no en términos tan pequeños como el del yo-mexicano-defeño-nacidoenel81 sino en términos de especie, de energía, de unidad. Y es que me parece que estar en la Tierra significa estar dentro del vientre materno por dos razones:

1.- porque así como en el útero vamos agarrando nutrientes que nos permiten ir desarrollando el cuerpo, afuera de la madre humana (pero dentro de la madre Tierra aún) lo que aprendemos a desarrollar es la conciencia (eso incluye el respeto por cualquier ser vivo, saber convivir con las satisfacciones pasajeras como la posesión material o el ego, abrir nuestro tercer ojo, lo que significa transgredir la apariencia y alcanzar la profundidad)

2.- porque nuestro padre está a lado nuestro, lo percibimos, pero no estamos en él, no estamos con él (no estamos preparado para estar con él ya que eso implicaría morirnos, quemarnos, no, aún no es tiempo de ir hacia él)

Según la Metafísica (ese vasto estudio que integra todo tipo de conocimientos, desde los más científicos y racionales hasta los más místicos, deductivos e intuitivos (meditación, canalización, simbolismo, oración, astrología, etc.)) el planeta Tierra es un planeta de transición donde los seres cósmicos encarnan tanto para obtener aprendizaje como para desarrollar alguna función a favor de la conciencia universal (¿qué lenguaje no? tan difícil de “creer” pero a la vez tan lógico (dependiendo del lenguaje que se use para explicar estas ideas), en fin, eso será otro post), o sea que la vida en la Tierra es apenas un pequeño apartado dentro del devenir del Universo (que, jugando con estas analogías de Padre y Madre, bien podría ser el Dios o ein sof en términos sefiróticos (herméticos (kabalistas))).

–Todo esto que escribo, ¿cómo llamarlo? Creo que un buen nombre será juego, deducción, simbolismo, reflexión, fantasía primitiva, literatura sin modernidad–

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PD :: Lo bueno de los libros sagrados es que facilitan diversas formas personales de, en conjunto, visualizar más o menos lo mismo. Los libros sagrados posibilitan toda clase de cómos para los más hermosos qués. En este caso partí de un versículo de la Biblia, pero lo mismo me puede suceder con el Corán o el Zohar, qué importa si a final de cuentas, hoy más que nunca, existe esta noción de que los libros sagrados no engendran religiones sino conocimiento, simbolismo, alegorías, literatura. Algo que he aprendido de la Metafísica es que la realidad universal es multidimensional. Por eso también todo lo que decimos, escribimos, pensamos, resulta tener múltiples sentidos. Ese versículo de la Biblia se puede interpretar como lo hice yo o como lo hacen algunos kabalistas o como lo podrían hacer musulmanes, cristianos o un niño de 10 años que nunca ha tomado catecismo, al final todas son la verdad ya que si existe en el pensamiento entonces está existiendo, en otro plano de realidad pero no necesariamente un plano menor, sino simplemente otro plano.