29 noviembre 2008

EXTRACTO

El camino subía y bajaba: sube según se va o se viene.
Para el que va, sube; para el que viene, baja.
JUAN RULFO



Con respecto a la Unidad:

Véase la geografía del planeta que, a pesar de tener continentes, mares, países, fosas abisales, realmente es una gran porción de tierra unida que está por debajo o por encima del mar, pero siempre siendo la misma, y siempre relacionándose con el agua para todo tipo de beneficios mutuos –por ejemplo, donde se da la combinación de tierra y agua, se propaga más fácilmente la vida–. En este caso, la superficie del planeta no sabe de separaciones, tal vez sabe de fronteras (¿umbrales?, hubiera preguntado Bernard) pero sin ser éstas un límite, a las cuales la tierra se va adaptando de acuerdo con las condiciones imperantes, ya sean abismos, ríos, montañas nevadas, desiertos, laderas floridas, ciudades erigidas por el hombre o por animales, no importa, la tierra no deja de ser tierra, no se separa, sólo fluye con el resto del mundo.



La superficie del planeta es una unidad, pero a su vez el planeta forma parte de una unidad (y así hasta llegar a la unidad-de-unidades que sea el misterio perfecto):
-hacia adentro, la tierra del planeta está adherida a un centro compuesto de fuego
-hacia afuera, la tierra está adherida al centro del universo a través de un contacto inicial que es el aire

Lo interesante aquí es que haya una energía central que sea de fuego (el centro del planeta) y que, en su viaje descentrador hacia quién sabe qué confines, se transforma en tierra conviviendo con el agua (la superficie del planeta), hasta que el aire (la atmósfera del planeta) aparece como un primer paso hacia el universo. Nuestro personaje energía central en un éxodo manifiesto: comienza –o termina, según la perspectiva– como un punto de fuego, sigue su andar en constante transformación hacia el centro de centros, simbolizando el acto de unicidad para todo aquel que lo quiera ver.

Verticería, querido Bernard:

El ser humano es como el planeta. Posee un centro asociado al fuego (el corazón, el espíritu) y una superficie o piel compuesta de la correlación entre agua y tierra (lo emocional + lo físico), de ahí se integra al resto del macrocosmos a través del aire (las ideas, la mente, la razón), todo junto debería llevarlo por consiguiente a la noción de la unidad, sin embargo algo falla en este casi perfecto sistema.

Fragmento de Signos de Encuentro (novela inédita)