11 junio 2008

Dios :: no-Dios :: Astronomía :: Religión :: Universo


1.
Los religiosos afirman que Dios existe y que además creó éste mundo.
Los ateos responden que Dios no existe porque en éste mundo hay suficientes aspectos negativos como para deducir que eso no puede ser Dios.

¿No será que Dios existe pero que no creó éste mundo?

2.
Ninguna disciplina que ha inventado el hombre logra responder plenamente las Grandes Interrogantes en torno al sentido de la existencia, el origen de la primer vida, la explicación de lo que es el universo.

2.1
Actualmente la astronomía está en proceso de darle una vuelta de tuerca a la teoría del Big Bang. Se habla de que, más allá de la famosa expansión (y futura contracción) del universo, éste nunca estuvo concentrado en un pequeño punto harto caliente que un buen día se le ocurrió explotar sino que más bien en un determinado momento un universo previo (o paralelo) lo originó como una especie de calcetín al que se le da la vuelta (
aquí un gran artículo al respecto), posibilidad que abre interesantes ideas como la de la existencia de universos distintos al nuestro, donde espacio y tiempo tal vez no sean el soporte primario sobre el cual se sostiene la realidad, incluso hasta puede ser que sean de más dimensiones (de 4, de 6, de 18), inconcebibles para nuestra (relativamente absoluta, absolutamente relativa) realidad tridimensional.

El universo es estúpidamente incomprensible, las distancias entre un punto y otro son ridículas (
otra maravilla de artículo al respecto), además de que está repleto de relativismos y dualismos tan escandalosos que, claro, nos dejan admirados de la misteriosa grandeza del cosmos, a la vez que nos perturba por la sensación de pequeñez que nos provoca todo este alarde de superioridad. Antes, todo en el universo lo entendíamos de manera lineal, después fue de manera relativa, ahora la onda será hablar en términos cuánticos, en un futuro quién sabe qué tantos términos más se acuñen para hablar del letal y maravilloso universo.

Basta pensar un poco en qué es esta gigantesca cosa llamada cosmos para darse cuenta de que aquí, en China, y más allá de Plutón, la vida no tiene gran sentido:

-las apariencias engañan: lo que en la Tierra llamamos color no es más que una combinación de dos factores: del lado del ser humano, la anatomía de sus órganos de visión (los “conos” del ojo) en colaboración con ciertas neuronas cerebrales; y por el lado del universo, las ondas electromagnéticas de luz que los cuerpos no absorben y que, por lo mismo, reflejan, así que en otros puntos del universo estos dos factores seguramente son distintos, lo que hace al color una gran trampa (cuando decimos “eso es azul” parecería que es una realidad incuestionable pero, oh sorpresa, sí es cuestionable ya que, no por ser azul, significa que es absolutamente azul) incluso en la misma Tierra existen muchos animales con otro tipo de composición biológica ocular que hacen que el azul no lo decodifiquen como lo hace el ser humano (descontando, claro, a los que padecen daltonismo o acromatopsia), o sea que para que el azul sea el azul que conocemos, tiene que verlo un ser humano que no sea daltónico o monocromático.

-el tiempo tampoco existe como tal: en la Tierra se determinó la escala del tiempo en base a lo que éste planeta tarda en darle la vuelta al Sol (que a su vez gira alrededor de su galaxia, galaxia que a su vez gira alrededor del centro del universo), de acuerdo a ésta escala se ha determinado a qué velocidad viaja la luz (300,000 kms por segundo), sin embargo, es esta escala de tiempo la que no nos hace comprender las distancias del universo, si vemos a través de un poderoso telescopio algo que pasó (o que está pasando) hace 1000 años luz, significa que no está pasando “realmente” en el “lugar” donde estamos viendo que sucede, sino que apenas “nos está llegando” (por el recorrido que emprende la luz) a nuestra perspectiva ubicada a 1000 años luz de ahí, o sea, a 9,460,800,000,000,000 kms del lugar de los hechos, o sea, bye.

-la dualidad es una cosa estrepitosa: de jóvenes, los seres humanos estamos llenos de energía, somos generadores de vida al igual que una estrella joven (como el sol que está a la mitad de su vida), en cambio, al morir, generamos conflicto a nuestro alrededor, al igual que un hoyo negro (una estrella muerta que implotó y “se come” a las estrellas y planetas más próximos), nuestros familiares nos lloran, nos extrañan, nuestra muerte se vuelve un centro con el cual ellos mueren también un poco.

2.2
Algunas religiones hablan de planes divinos en los cuales, por alguna humanamente inentendible razón, tiene cabida la guerra, la discriminación, la muerte, la lucha por el poder.

El islamismo se ha comprendido tan mal que se ha hecho de lo bélico, del odio entre vecinos, de la justificación de la guerra, un escenario común.

El judaísmo más ortodoxo prácticamente impide a los judíos convivir con el mundo, pone fronteras entre las costumbres del resto del mundo y su muy fundamentado “nosotros” conformado por una visión de exilio-constante, exilio-para-todo (ese “nosotros” que lo mismo usa Fidel Castro (contra los gringos) que Hugo Sánchez (contra los extranjeros), los gringos (contra los negros, los migrantes, los asiáticos, los hippies, los nativos, los antipatriotas, etc.) que los vendedores del “barrio bravo de Tepito” (en constante defensa de su territorio), el ku klux klan que la Santa Inquisición, los nazis que los hinchas de cualquier equipo de fútbol argentino, los pobres, los patrioteros, los homofóbicos, los fresas, los zapatistas, los banqueros, cualquier grupo que haya usado este tipo de “nosotros” para discriminar a otro grupo, pues).

El cristianismo, de entrada por el nombrecito, es cuestionable. Se conformó como religión décadas después de la muerte de Jesucristo, luego de la mitificación de éste y la aguda (y política) observación por parte de algunos hombres que aprovecharon esta popularidad para fines muy distintos a la conciencia crística. La mayor contradicción que noto en el cristianismo moderno es esta burda visión de Jesús como un hombre que vino a sufrir por nuestros pecados (entonces Mel Gibson se agarra de ahí para provocar paros cardiacos en los cines (“por la impresión de ver cuánto sufrió nuestro Señor”) y de paso hacerse de una buena cantidad de millones de dólares) en lugar de entender que el decirse “hijo de Dios” y el decirle a todo mundo (amigos, enemigos y desconocidos) “hermanos” significa que todos somos tan hijos de Dios como él, con la misma capacidad de amar (o sea, de no sufrir), de perdonar (o sea, de no odiar), de tener compasión (o sea, de no discriminar), de crear, de generar, de compartir, de curar, de vivir a plenitud. En vez de eso el cristianismo habla de Jesús como un hombre especial, un hombre diferente que hacía cosas especiales y diferentes a las del resto de la humanidad, entonces hay que estar toda nuestra vida viéndolo en la cruz y sufrir por su aparente dolor físico, aunque una de sus enseñanzas fuera que el cuerpo pertenece a un plano material que no tiene que ver con el espíritu y que, si te concentras en el plano espiritual (esa antesala de Dios que carece de tiempo y espacio), el plano material pasa a segundo plano sin necesidad de negarlo pero mucho menos de enaltecerlo.

En fin, hoy en día las religiones, en vez de ayudar a la conciencia, parece que estorban, lástima porque en cada una hay ideas interesantes que pueden ayudar a potenciar nuestra humanidad, pero en vez de eso hay una reducción de lo que es el mundo a una lucha constante de “buenos y malos”, “luz y oscuridad”, “virtud y pecado” y demás conceptos antagónicos que no ayudan a trascender el dualismo, a comprender el sentido de la vida.

2.3
Etcétera. Para qué hablar de la parcial ciencia médica, de la lúcida y pesimista filosofía (pos)moderna, de las disciplinas milenarias como la astrología, la numerología o el tarot en las que se comprenden y aprovechan los signos cósmicos pero que hoy en día por lo general se usan de manera frívola como una especie de acto adivinatorio. Etcétera.

3.
¿Qué clase de Dios podría interesarse en crear un universo, un mundo a base de tanta confusión, tanta separación, tanto laberinto?

Si Dios es absoluto, o sea, algo que no nació ni morirá (algo en lo que coinciden muchas visiones), ¿qué jodidos hace creando vidas finitas? No importa si es una hormiga o una estrella diez mil veces más grande que el sol, todo cuanto conocemos ha de morir, ¿qué relación puede tener eso con el absoluto que es Dios?

Creo que vivimos colectivamente una bella mentira llamada universo. Imaginemos una misma conciencia de todos los integrantes del universo (incluida toda la Tierra) en la que comprendamos que todo lo que conlleva muerte no tiene que ver con la energía central, que en todos los cuerpos que nacen y mueren no radica la unidad, que tiempo y espacio son la principal trampa para creer que todo esto que vemos (que tarda un tiempo, que ocupa un espacio) es real, en ese preciso instante el universo deja de existir porque no habrá alguien que lo observe, alguien que lo crea.

Hacia allá apunta el conocimiento en general, ese que no reduce la física a los libros de física, el esoterismo a los libros esotéricos, ese que en vez de ocuparse de negarlo todo o comprobarlo todo, se preocupa de integrarlo todo y darle un sentido lógico (¿no suena más lógico que Dios exista pero que, al ser absoluto, no tiene que ver con este universo (o sea que Él no lo creó) en el que, al contrario de lo que es Dios, todo es espacial-temporal?), un sentido de vida, un sentido debido.