20 diciembre 2007

About Nueva Era. About ego.

El concepto de Nueva Era (New Age) tiene varias décadas de vida. De definición noble, éste amplio concepto busca estructurar todos aquellos conocimientos emergentes de las últimas décadas alrededor del bienestar humano, de la espiritualidad, del cuerpo armonizado, de la mente despejada, etc. Sin embargo, en lugar de abolir fronteras, éste concepto las ha creado aún más. Lo relativo a la Nueva Era llega a promiscuirse con las publicaciones en torno a la superación personal, en cambio, tiene una guerra declarado con los círculos artísticos, literarios, mientras que con el mundo empresarial llega a conectarse pero de manera tangencial.

Tengo la percepción de que al pensar en New Age las imágenes que se asocian son la música de Vangelis, los spas-temazcales, los chakras como referencia para todo, los libros facilitos que dicen que ahora nuestro papá es el universo, las populares (pero en sí desconocidas y/o mal explicadas) profecías mayas, o bien la de un hombre (no muy viejo pero sí muy sabio) barbón vestido de blanco, con collares, fumador de marihuana, en fin.

Creo que la desvirtuación del concepto Nueva Era se ha dado porque la publicidad lo adoptó para promover muchos productos que de un tiempo para acá emplean la bandera de la conciencia, la armonía y demás en aras comerciales, lo cual no está mal, no pasa nada con ello, el problema está en lo que se genera a raíz de la descontextualización del concepto, del desgaste de dichas palabras: la percepción colectiva en torno a lo New Age en estos tiempos provoca más bien la separación en lugar de la unidad, el prejuicio en lugar del criterio.

Otro inconveniente que veo es que los grupos (y sus obras) que abordan los temas de conciencia generalmente lo hacen de manera elitista. Los astrólogos, los metafísicos, los músicos, los practicantes de reiki o de tantas otras disciplinas energéticas y/o medicinales no se ven incómodos creyendo estar separados de los intelectuales, de los académicos, de los científicos, de los religiosos, de los deportistas, etc. Los editores y en general el sector de la publicación New Age no se esfuerza por dejar de dividir, están bien con su pequeño rincón de libros, discos y revistas en torno a la Nueva Era en las tiendas.



¿Qué hacer con tanta información sobre meditación, numerología, metafísica, astrología, yoga, mancias, religiones, etc., y tantos híbridos que sale de la mezcla de todos ellos? Para transformarlo en conocimiento (o sea, no nada más información acumulada) hace falta el criterio, que es lo contrario al (pre)juicio, y a veces eso es lo más difícil de llevar a cabo.

Yo tuve mi época de consumir únicamente libros y revistas de poesía, literatura, una que otra cosa sobre filosofía o historia. Cuando empecé a vivir con mi novia me sentía raro de compartir en un mismo anaquel sus libros New Age con mis libros intelectuales. Hasta que fui tomando conciencia de que la naturaleza del conocimiento no es la fragmentación, el conocimiento está vivo en cualquier obra, en cualquier relación, en cualquier pensamiento, en cualquier lugar, sólo es cuestión de practicar la desposesión de los prejuicios (acaso el desafío más grande de las sociedades modernas), acto que es en sí una evolución más que una revolución (revolución es revoltura, revolver, habría que quitarle de una buena vez la erre a tan gastada palabra),

Me parece evidente que hay un rumbo en específico al cual se va dirigiendo el ser humano. No deja de haber guerras (militares, políticas, sociales, familiares, culturales, etc.) ni tampoco actos inhumanos (toda Latinoamérica es ejemplo de inhumanidad política, mediática, deportiva, de corrupción y discursos separatistas), pero de manera perpendicular también existen hechos que apuntan hacia el conocimiento integral, el libre albedrío, la liberación en pleno.

Uno de éstos hechos es el libro “Un Curso de Milagros”, el cual, de entrada, es una obra inencasillable: no es religión, no es filosofía, no es manual de superación personal, es sólo una obra en torno al conocimiento (individual – colectivo – universal), que por fortuna es libro moderno en vez de libro sagrado, que explica de manera gradual cómo es que el ego es el principal desafío a vencer como individuos y como colectividad, vivamos donde vivamos, creamos en lo que creamos. Todo lo convenidamente negativo tiene que ver con el ego: si te declaro la guerra es porque creo que lo que yo pienso es lo correcto dando por hecho que lo que tú piensas está mal (la manera en que se declara una guerra puede ser con una mirada hostil de carro a carro, con un empujón en el metro, con una mentira, con un insulto al otro o a uno mismo, etc.), no importa si eres un país de otro continente, un compañero de trabajo, mi pareja, mi hijo, un desconocido, el problema está en lo acostumbrados que estamos a defender obtusamente nuestros diversos territorios mentales (la nacionalidad, las ideologías, las costumbres, el género, la raza, los objetos, etc.) ya que fuera de ellos creemos que está el peligro, lo extranjero, lo desconocido, lo que me puede hacer daño.

Por obras como el Curso de Milagros (y tantas más igualmente excepcionales, de conocimiento integral, también inencasillables) es que creo que se apunta a la abolición de prejuicios, a la apertura de todo tipo de fronteras, al combate contra el ego (o más bien, a favor de la Unidad), y todo ello no es Nueva Era, todo ello no está separado de las viejas eras de difícil acceso al conocimiento, todo es todo al mismo tiempo, así que todas estas categorías, estas etiquetas, estas fronteras, serán de menor uso gradualmente, al grado de entender que la Verdad existe a pesar del escándalo de los filósofos; que la manera de sanar el cuerpo es a través de procesos integrales, lo mismo científicos que espirituales que mentales; que nosotros no estamos separados, que la Unidad no es un concepto New Age cursi sino la meta de nuestra especie; que nos hemos creado un plano de realidad bastante limitado donde la onda es la apariencia, la ciencia, la historia, el dinero, lo que nos lleva percibir la realidad de manera fragmentada, creyendo en verdades canónicas (y muy muy muy pequeñas) como el tiempo y el espacio, la posesión, el cuerpo, la enfermedad, en fin, todo esto para terminar proponiendo que el término New Age no vuelva a usarse más, qué caray.

(para saber más sobre "Un Curso de Milagros", recomiendo ampliamente investigar por cuenta propia, siempre es mejor investigar de ésta manera)